• LA TORRE

Ella vive la vida en un carrusel, admira la sombra desde su castillo y juega con las muñecas a tomar el té.
Así transcurren las tardes hasta que los tibios rayos del atardecer llaman su atención y descubre que el preciado tiempo de la vida ha transcurrido una vez más.
Entonces, escribe poemas de amor para el príncipe olvidadizo, que nunca la fue a rescatar de las fauces del dragón que custodia su torre.
Pero no pierde las esperanzas. Los sueños son la mejor forma de remembrar su fino cabello, su aroma a lavanda y sus labios, que algún día serán de ella.
Y de esa forma, se retira a sus aposentos, y se dispone nuevamente a mirar más allá del horizonte de los mundos nocturnos y de ser feliz aunque sea en su imaginación.
Sin embargo, la mañana siguiente no es como las anteriores, y escucha el relincho de un corcel.
Observa detenidamente por su ventana, y ve, ante su asombro, los destellos de la armadura de su amado caballero.
Quien, con fuerza sobrenatural, y la protección de todos los dioses derrota al feroz dragón y sobrevive de sus poderosas llamas y sus afiladas garras.
Sube rápidamente las escaleras, con sus peldaños de piedra, y de un bravo empujón logra darle libertad a la princesa, quien corre hacia su galán para darle el más tibio de los abrazos y fundirse en un amor eterno.